Resulta bastante curioso que seamos capaces de comprender que si dejamos de comer, el cuerpo enfermará. Que si dejamos de alimentar a la mente, cuando pasen algunos años degenerará. Y que si dejamos de alimentar los sentimientos, el corazón se hará tan duro como una piedra y tan pequeño que solo cogeremos en él nosotros mismos y nuestros demonios. Sin embargo, algunos piensan que, aunque dejen en ayunas al alma, eso no les afectará… ¡Qué gran error!

Cuando el espíritu se siente solo y triste, revolotea entre nuestras costillas dando vueltas alrededor del corazón, y eso se traduce en ansiedad, falta de aliento, ira, frustración y un “no sé qué me pasa, pero no estoy bien…” Lo que degenerará en lo que venimos llamando las Enfermedades del Alma. Cuyo único remedio es éste, darle a nuestro espíritu el sustento que necesita...

lunes, 2 de noviembre de 2015

Ahora sé lo que hay en mi Corazón


“Un antiguo cuento de Idries Shah relata que cierto derviche de la orden Bektashi era respetado por su piedad y su virtud. Siempre que alguien le preguntaba cómo había llegado a ser tan santo, invariablemente respondía: - Porque sé lo que hay en mi Corán (Corazón) - Un día alguien oyó esta respuesta y le preguntó: - Bueno, ¿y qué es lo que hay en el Corán?- En el Corán - respondió el Bektashi - existen dos flores prensadas y una carta de mi amigo Abdullah.”


El judaísmo me enseñó la belleza y la realidad de un Dios único al que buscar para poder adorar como es debido. De Jesús de Nazareth aprendí a mantener con ese buen Dios una relación íntima y personal que, por el hechizo del Amor, superaba todas las distancias entre criatura y Creador y podía llamar Padre. Del Islam aprendí a llevar una práctica espiritual constante, capaz de doblegar al ego. El sufismo me enseñó que Dios también se encontraba dentro de mí, además de fuera. Del hinduismo aprendí que Dios, aunque es Uno, se reparte entre todas sus criaturas, y que mira con los ojos de cualquiera de ellas. Y del budismo aprendí que, si quiero conocer a Dios, debo conocerme primero a mí mismo...

50 CUENTOS UNIVERSALES PARA SANAR TU VIDA

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